El arte a veces se sobrepone a la poesía y nos narra la realidad, pero en otras ocasiones funde ambas para darnos un viaje por lo invisible, como sucede con Forenses (2025) de Federico Atehortúa Arteaga, quien mediante las imágenes de archivo y el vídeo ensayo explora temas tan presentes como distantes; la búsqueda de los cuerpos desaparecidos en el conflicto armado, el trabajo infructuoso de rearmar una película trans perdida y la evocación de un familiar extraviado. 

Esta película retoma inquietudes que el director ya había explorado en su primer largo (Pirotecnia 2019), allí nos paseaba por las primeras imágenes del cine nacional, el fenómeno de los falsos positivos y enlazaba lo anterior con una historia personal. Por esto Forenses resulta familiar al usar también la estructura de tres historias y darle continuidad al conflicto armado junto a los secretos de su familia. No obstante, en esta ocasión la conexión de temas parece más probable y se deja llevar por una naturaleza que parece obvia, aunque no lo es. 

En Forenses todo se combina debido a la particularidad del relato que encuentra en lo complejo e íntimo la resignificación existente en cavar minuciosamente extensos terrenos buscando cuerpos, la similitud con el esfuerzo para recuperar pequeños fragmentos de una película que nunca estará completa y lo místico en recrear la imagen olvidada de un familiar desaparecido usando solo la narración oral, a veces es difusa y contradictoria. 

Sin embargo,uno de sus puntos fuertes es lo que puede llegar a transmitir mediante las imágenes rotas, antiguas, desgastadas e imaginadas, y no precisamente a quienes les habla directamente la película, sino a aquellos espectadores que son tocados por el coletazo de la violencia, desde otros espacios, otras miradas. Ese es el caso de esta opinadora quien resonó con la película a través de una historia personal. 

Esto se debe a un mapa mostrado en la película, una ubicación semi develada durante 17 segundos que movió a la autora de este texto a su infancia, a los crímenes familiares que pueden o no reposar en aquel lugar. A veces, es casi imposible imaginar los singulares caminos del arte, oscilantes entre el entretenimiento o golpe de vergüenza y culpabilidad ajena. 

Entonces, de una manera extraña, la película cumplió su cometido, sus pesquisas forenses encontraron algo oculto en su espectador, quien lo transformó y resignificó dándole una nueva luz a la película así como Federico lo hizo con su historia: “Uno no es la persona que uno espera ser, no es la película que uno espera siempre, sino que hay que dejarse sorprender…”

*Película estrenada en la edición 64 del FICCI – Estreno nacional, segundo semestre del 2025.